viernes, 23 de enero de 2015

La Responsabilidad del Varón / Nahum Vega

La Responsabilidad del Varón
ante los hijos y su cónyuge 
desde una perspectiva bíblica.


por Nahum Vega Maldonado

"La armonía social no surge de la búsqueda de lo perfecto ……, 
sino de estar dispuesto a reconocer que toda negación…., 
del ser humano como lo central del fenómeno social humano, 
es un error ético que puede ser corregido sólo si se le quiere corregir.” (1)

                                                Humberto Maturana Romesín
                                                 Epistemólogo chileno

Introducción:


Difícil hacer el abordaje de este tema desde la visión del varón; no se puede ser juez y parte, así que iniciemos por comentar algunos principios básicos del tema. Ser el perfecto varón da inicio en el reconocimiento del ser humano como varón y mujer, el ser humano en dos versiones distintas. 

Hay un camino fácil peno no correcto para el entendimiento del plan del Creador para nuestras vidas, es asumir el rol social que el bagaje cultural  impone y respaldar mi forma de ser “varón” con algunos versículos extraídos de pasajes bíblicos. Pero sería muy temerario decir que porque son palabras que están en la Biblia, los estoy leyendo y viviendo correctamente.

Por lo cual propongo ver algunos pasajes que nos sirvan como referencia para ver si mi función como padre y esposo están dentro del marco de referencia bíblico y cuál es mi perspectiva desde mi propio rol.


La responsabilidad ante los hijos


El primer “dedo pulgar” de perspectiva bíblica con el cual nos tenemos que dimensionar, es la información que se nos da sobre nuestra creación como seres de relación:  

“creó al hombre a su imagen. 
Lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó” (2) . 

El hombre léase, como se humano; tiene la imagen de Dios, y es capaz de relacionarse así mismo con el otro igual a el pero diferente y tiene la capacidad creativa de “perpetuarse” a través del otro igual a el pero descendiente.

Cuando el ser humano es llamado a vivir en una teocracia para establecer el Reino de Dios, la instrucción es muy precisa; trasmitir los principios del reino a través de ejemplo. El Shema (3) “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor es uno… Estas palabras que hoy te mando cumplir estarán en tu corazón,  y se las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés en tu casa, y cuando vayas por el camino…”. Enseñar con el ejemplo en la praxis de la vida. La cotidianidad es la mejor forma de “introyectar” los valores de este Reino a las nuevas generaciones.

El Reino de Dios se hace presente en la Iglesia visible después del advenimiento del mesías prometido, y este reino celestial en un ámbito terreno tiene también sus principios básicos que deben ser trasmitidos a las nuevas  generaciones. Como lo expresa el apóstol Pablo en su carta a los Efesios en el capítulo 4,  aquí nos da un principio axiomático del Reino de Dios: (4) 

… no vivan ya como la gente sin Dios, que vive de acuerdo a su mente vacía.,,,  viven ajenos de la vida que proviene de Dios…. En cuanto a su pasada manera de vivir, despójense de su vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos;  renuévense en el espíritu de su mente,  y revístanse de la nueva naturaleza, creada en conformidad con Dios en la justicia y santidad de la verdad.”

El cómo vivir la justicia y la santidad hacia los hijos es el punto de arranque hacia el establecimiento del Reino a las nuevas generaciones. Por eso Pablo da un consejo muy práctico. En el mismo capítulo cuatro de Efesios. (5)

…padres, no exasperen a sus hijos, sino edúquenlos en la disciplina y la instrucción del Señor.

No hay mayor enemigo para la armonía en la familia que los maleducados; y la responsabilidad de la educación recae en los padres. Con un discipulado eficaz donde no te enseño lo que se, sino te enseño lo que hago. Sabiendo que los hijos son el regalo de Dios para nuestra trascendencia.


La responsabilidad ante la esposa


Es claro que desde el punto de vista de nuestra espiritualidad con Dios es una trinchera a defender con la mayor tenacidad posible. Es nuestra relación que tengamos con el otro igual pero diferente, lo que dará un sentido de dimensión eterna y reflejará la imagen de Dios. En primer lugar, porque es puesto por el creador para nuestra realización mutua, del ser humano en sus dos dimensiones. Además de ser parte del plan divino para el ser humano que ya es completo, y entienda que es un ser de relación y necesita del otro para compartir el diario caminar.

Si bien es la iglesia la responsable directa de “preservar” e “iluminar” (sale at soles) el tétrico mundo que el hombre desde su egoísmo a fabricado como la antítesis del reflejo de la Gloria de la perfección. Nos cuenta el teólogo Juan Stott, en su libro Contracultura cristiana (6)  donde nos dice que: 

Ser sal y luz…,desempeñar un doble rol: como sal detiene -o cuando menos obstaculiza- el proceso de corrupción social, y como luz disipa las tinieblas”. 

Además añade algo sobre la familia y el estado, nos dice: (7) 

Dios ha creado el estado y la familia como estructuras sociales para contener el mal y promover el bien.” 

Es decir la familia es un coadyuvante en el trabajo del establecimiento del Reino de Dios.  y seguramente será una gran derrota fallar en nuestra relación con el prójimo, nuestro más próximo es el que camina a nuestro lado en las buenas y las malas, es al cual vemos y palpamos, si no le amamos estaremos muy alejados de ser el varón perfecto.

El rol del varón el la familia se ve menguado en la gran tentación de enseñorearse y  someter a la mujer e impidiendo así que el Reino de Dios se establezca en la vida de la pareja. La palabra traducida del griego usada por Pablo para esta relación hombre mujer es “(h)upo-tasso” en Efesios cinco, que se traduce primero como en el verso 21 . “Someteos unos a otros en el temor de Dios.” aquí la traducción de trasunto sería “sométanse mutuamente”, es claro que estamos hablando de dos piezas que se acoplan adecuadamente, como dos partes de un rompecabezas.

El profesor erudito en griego; Juan Huegel, de la iglesia de los Discípulos. nos aclara este vocablo griego en su comentario a Efesios 5.21-23 “Someter o amar” y dice: “hupotasso, un verbo compuesto de tasso que significa "arreglar en orden las filas militares", y sus derivados, arreglar, poner en orden”. Donde el sujetarse es en primer lugar en función de orden y con plena libertad para recibir un beneficio como es la seguridad el amor y el cuidado.

Nadie se “somete” a un cinturón de seguridad para sentirse oprimido o frustrado; sino por razones de prevención y seguridad. Como varones es nuestro deber proveer el ámbito de prevención, seguridad y confort para la persona a la cual nos hemos entregado para desgastar nuestra vida a su lado. 

Este año inicié teniendo una gran lección de vida de parte de la persona que a caminado junto a mi por más de 35 años. Viajábamos en el auto con los  cinturones puesto “sometidos mutuamente” a la seguridad, cuando el auto se descompuso y paramos en una estación de servicio y fue en ese momento que  hice un reclamo desde mi gran egoísmo. Sin ningún fundamento, ni razón, ni dirigido a nadie en especifico. Solo fue un “lo único que hago en la vida es tratar de tener el control de todo y me frustra que se salgan las cosas de mis manos”. Entonces ella me dijo con gran tristeza; tu hablas tanto en contra del machismo y eres en momentos tan machista.

Pude ver la gran tristeza que esto le causaba y pude identificar el gran enemigo que tenemos para llegar a ser el perfecto varón. Nuestro gran egoísmo que desde el rol de varón usamos frecuentemente. Me di cuenta que en mis fuerzas únicamente era opresor al tratar de controlarlo todo y que únicamente  a través de la gracia recibida de Dios podía ser el soporte de confort para la persona que había decidido caminar junto a mi, no para cargarnos uno al otro, sino para acoplarnos uno al otro. Y que el lugar que Dios me había dado era de responsabilidad para  educar y amar a mi familia.

Conclusión: 


No podemos dejar de ver que la forma de familia del siglo primero era muy distinta a los conceptos y función social que la familia cumple ahora. Es una realidad que muchas mujeres que se convirtieron en el primer siglo tomaran actitudes de liberación y la misma cultura imperante que les daba cotos de poder dentro de la religión; pudo haber provocado mal testimonio en estas mujeres, así que se normara su participación, resulta entendible, como es el caso del consejo de Pablo a Timoteo en su primera carta en el capítulo dos. Si la discusión exegética o hermenéutica de la ordenanza litúrgica era local o tiene repercusión hasta nuestra América Latina del siglo XXI, no nos exime de la responsabilidad de como varones cumplir con el propósito con que Dios no ha dado de Amar antes que someter, de educar antes de mal educar y de elegir el cristianismo antes que el machismo.

El reconocimiento de nuestra incapacidad de hacer lo correcto en el ámbito de nuestra familia y el rechazo de patrones culturales dañinos para nosotros y nos nuestros, debe ser una prioridad en nuestra conciencia diaria, y solo a través de la gracia de Dios podemos ser verdaderamente varones perfectos en la justicia y santidad dados por Dios por la obra redentora de Cristo que será visible en nuestra vida familiar.

Me permito terminar la presente ponencia con la parte final del pequeño y valioso librito de Hegel publicado al inicio de la última década de siglo veinte. que sigue teniendo vigencia a mediado de las segunda década del siglo XXI. (9)

“Me parece que muchas familias evangélicas en nuestro ambiente y particularmente los esposos necesitan aún hoy descubrir la fuerza liberadora del mensaje del evangelio en sus relaciones conyugales, conforme se perfilan en este pasaje, pues en Cristo no hay lugar para el machismo. Los últimos baluartes del machismo dentro de nuestras iglesias deben ser destruidos, para que de la nueva sociedad, la iglesia, brille la luz del evangelio a los hogares mexicanos donde todavía hay opresión y esclavitud causada por los patrones culturales que rigen allí.”